18 mayo 2013

Viento del pueblo (Miguél Hernández)

Poco puedo añadir yo a todo lo dicho sobre Miguél Hernández, un poeta que me gusta desde mi adolescencia, cuando iba a casa de una amiga y nos sentábamos en su habitación a escuchar canciones de Serrat y de Victor Manuel y entre ellas siempre caía alguno de sus poemas como la elegía a Ramón Sijé o El niño yuntero.







Viento del pueblo contiene 25 poemas relacionados con la lucha, la guerra, el fascismo, el pueblo, el trabajo en el campo, el ansia de libertad y justicia. Como se dice en la contraportada del libro "En los versos de esta obra late con fuerza inusitada el compromiso con los débiles y el anhelo de libertad y justicia que Miguel Hernández siempre expresó en sus poemas..."

Título: Viento del pueblo
Autor: Miguél Hernández
Edición: Diario Público
Idioma: español
pgs: 92
Reto: En busca del autor desconocido (14. Un autor comprometido política y/o socialmente)

El niño yuntero
Carne de yugo, ha nacido
más humillado que bello,
con el cuello perseguido
por el yugo para el cuello.
Nace, como la herramienta,
a los golpes destinado,
de una tierra descontenta
y un insatifecho arado.
Entre estiércol puro y vivo
de vacas, trae a la vida
un alma color de olivo
vieja ya y encallecida.
Empieza a vivir, y empieza
a morir de punta a punta
levantando la corteza
de su madre con la yunta.
Empieza a sentir, y siente
la vida como una guerra,
y a dar fatigosamente
en los huesos de la tierra.
Contar sus años no sabe,
y ya sabe que el sudor
es una corona grave
de sal para el labrador.
Trabaja, y mientras trabaja
masculinamente serio,
se unge de lluvia y se alhaja
de carne de cementerio.
A fuerza de golpes, fuerte,
y a fuerza de sol, bruñido,
con una ambición de muerte
despedaza un pan reñido.
Cada nuevo día es
más raíz, menos criatura,
que escucha bajo sus pies
la voz de la sepurtura.
Y como raíz se hunde
en la tierra lentamente
para que la tierra inunde
de paz y panes su frente.
Me duele este niño hambriento
como una grandiosa espina,
y su vivir ceniciento
resuelve mi alma de encina.
Le veo arar los rastrojos,
y devorar un mendrugo,
u declarar con los ojos
que por qué es carne de yugo.
Me da su arado en el pecho,
y su vida en la garganta,
y sufro viendo el barbecho
tan grande bajo su planta.
¿Quién salvará a este chiquillo
menor que un grano de avena?
¿De dónde saldrá el martillo
verdugo de esta cadena?
Que salga del corazón
de los hombres jornaleros,
que antes de ser hombres son
y han sido niños yunteros.

2 comentarios:

  1. Ay, tengo un conflicto con Miguel Hernández. No sé si es porque no termino de conectar con él o porque al ser paisana suya desde pequeña me ha aparecido hasta en la sopa, que no me gusta del todo. Salvando, claro, los poemas de cuando ya estaba en la guerra y de mayor compromiso social.

    No sé, tengo una guerra interna con él ):

    ¡Un beso!

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  2. Si eres de Orihuela, me imagino que te lo habrán metido hasta la sopa, algo que es bastante lógico, y también entiendo que te hayas hartado un poco, es como comer natillas todos los días, al final acaba cansando :). A mí hay cosas que me gustan mucho; otras, no tanto. El poema que más, sin duda. La Elegía a Ramón Sijé, que me la sé de memorieta de arriba a abajo. Yo creo que sobre todo es un autor que me trae recuerdos de adolescencia y quizá por eso, no sé, haya algo especial.

    Un beso :)

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